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Shiatsu y menopausia

 

¿De verdad la menopausia es una enfermedad?

 

¿Es esto lo que nos trasmite nuestro ginecólogo cuando sentimos las primeras molestias, si las hay?

 

Desgraciadamente, los ciclos vitales de las mujeres están siendo cada vez más sumedicalizados. ¿Cuántas de nosotras hemos acudido al ginecólogo y, una vez respondido a la pregunta sobre la edad, y aun teniendo o no la menstruación, se nos ha dicho que estábamos en pre-menopausia o en menopausia y que por eso necesitábamos una medicación?

 

En realidad, todas sabemos por sentido común que la menopausia es un acontecimiento natural. Un transitar hacia una etapa diferente de la vida, tanto física como emocionalmente. A este acontecimiento muchas mujeres se adaptan sin dificultad. Sin embargo, en las últimas décadas, a partir de los años 60 y, principalmente, de los 80 - concretamente en 1981 en que la Organización Mundial de la Salud definió la menopausia como una enfermedad de déficit de estrógenos -  se comenzó a contemplar la menopausia como un proceso patológico, una endocrinopatía, en lugar de un proceso fisiológico.

 

Actualmente, las informaciones difundidas a través de los diversos medios de comunicación han llevado a pensar a las mujeres, y al resto de la población, que cuando entran en esta etapa de su vida, si bien no están enfermas, algo no funciona correctamente en ellas, que comienzan una etapa de declive y que deben tomar numerosas precauciones para prevenir los efectos negativos de la menopausia.

Entonces la mujer entra en una etapa en que parece que su cuerpo, una vez más, debe estar controlado por los médicos y por los medicamentos.

 

 

El médico, a menudo sin hacerle una historia clínica excepto una analítica de sangre, le prescribe un tratamiento hormonal (THS) sustitutivo. El resultado es: la mujer empieza a pensar que lo que le pasa tiene que ver con una enfermedad.

Tal vez la afirmación que vamos a transcribir a continuación - tomada de la más prestigiosa revista científica actual - nos proporciona una clave importante de comprensión:

 

“La perspectiva de un tratamiento universal para una gran parte de la población femenina, supone claramente un gran aliciente para la industria farmacéutica”, Lancet 1975.[1]

 

La menopausia se produce porque la mujer empieza a perder progresivamente su función ovárica y, por tanto, disminuye la producción de hormonas femeninas, los estrógenos y la progesterona, producidas principalmente por los ovarios.

 

En los ensayos médicos, no hay acuerdo sobre los síntomas, excepto para los sofocos.

 

  • Según el Instituto de la Mujer (Madrid), los sofocos se dan en 35% de las mujeres, no más.

  • sequedad vaginal: está asociada más a factores individuales de índole emocional y sexual; se observan mujeres con alta libido, por fin liberadas del miedo a quedarse embarazadas. Y mujeres que rechazan el envejecimiento, o rechazan su pareja, o bajo la excusa de la menopausia pueden concederse la libertad de decir NO a las relaciones con su pareja. No obstante, la falta de lubricación en el coito es fácilmente tratable. Por el contrario, muchas mujeres, ya libres del fantasma de un embarazo no deseado, logran vivir más plenamente su sexualidad.

  • Las cardiopatías tienen una incidencia distinta en mujeres de la misma edad y en diferentes países. Están más relacionadas con el estilo de vida, con el tabaquismo y con el hipotiroidismo. Entre los hombres están mucho más difundidas. No se debe olvidar que los factores de riesgo ligados a los hábitos de vida como fumar, llevar una vida sedentaria, la obesidad o el estrés desempeñan el papel más importante en la aparición de complicaciones cardiovasculares. Por ello, es importante que, con la pérdida de estrógenos, la mujer controle su estado cardiovascular, realizándose revisiones periódicas y frecuentes y recibiendo tratamiento adecuado para su caso particular, además de procurar llevar una vida sana y una alimentación equilibrada.

  • Los trastornos psicológicos se manifiestan más en mujeres que ya previamente los tenían. Es un momento de la vida de la mujer en el que se puede producir una cierta inestabilidad emocional, al saber que han perdido la capacidad reproductora. Muchas mujeres sienten que al desaparecer su función de la maternidad, dejan de ser valoradas por su entorno social.

También, esta etapa suele coincidir con la convivencia de hijos adolescentes y sus crisis, y a la mujer le cuesta asumir el crecimiento de los hijos como seres individuales e independientes. Suele ser un momento en el que, con frecuencia, los hijos abandonan la casa, produciéndose el famoso síndrome del “nido vacío”. Si se ha depositado en ellos la razón de ser, la partida de los mismos, aún en situaciones felices, puede provocar hostilidad, disputas y sentimiento de soledad.

  • En cuanto a la osteoporosis, la densidad ósea se construye desde el primer año de vida (factor lactancia materna): la prevención hay que hacerla allí. También depende de múltiples factores no sólo hormonales sino dietéticos, y de la respiración y del ejercicio físico.

 

El Shiatsu y la Medicina Tradicional China pueden ayudar a la mujer en esta fase de la vida. Con un tratamiento enfocado a fortalecer las energías vitales básicas – relacionadas con el Riñón como sistema energético - , una revisión de la dieta y un apoyo al aspecto emocional de la aceptación de la nueva fase, el cuidado de una misma y la afirmación y el respeto de los propios límites, las mujeres podemos salir de esta fase renovadas y pletóricas.

 

Marina De Franceschi

Terapeuta Profesional de Shiatsu y de acupuntura

Profesora de la Escuela Europea de Shiatsu en Bilbao

 

 

 

 

[1] Para que un médico recete la THS a una mujer debería hacer: una anámnesis detallada, analitica de sangre completa, análisis de orina, citologia vaginal, biopsia endometrial, exploración ginecológica, densitometría osea. Y cada seis meses repetir las pruebas para controlar los posibles efectos secundarios.

El coste económico de este programa es enorme; según cálcolos del Instituto de la Mujer 1995, el coste por mujer y por año sería 470€; tal cantidad habría que multiplicarla por 10 años (minimo para que la terapia sea eficaz), y el resultado por 10 millones de mujeres en España...

 

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